Suzanne Lopez, es una bailarina cubanoamericana que ha logrado un éxito impresionante en el ballet estadounidense, en Chicago, gracias al orgullo y la influencia de su herencia cubana.
Actualmente, Suzanne es la directora de la Academia de Baile del Joffrey Ballet, en Chicago, una posición que refleja no solo su talento y dedicación, sino también el impacto que sus raíces culturales han tenido en su vida y carrera.
Nacida y criada en Summit, Nueva Jersey, Suzanne comenzó su formación en el Garden State Ballet School bajo la tutela de Fred Danieli.
Más tarde, continuó su entrenamiento en la New Jersey School of Ballet, pero fue a los 12 años cuando tuvo su primer contacto con el Joffrey Ballet, al asistir a una audición de verano impartida por el mismo Robert Joffrey.
Este momento cambió su vida para siempre. «Desde ese instante, mi formación estuvo impregnada de las tradiciones y metodología fundadas por Robert Joffrey, enseñadas directamente por él y su equipo de bailarines, quienes se convirtieron en mis mentores», recuerda Suzanne.
Este camino, combinado con el apoyo incondicional de su familia y los valores que heredó de su cultura cubana, la llevó a un viaje extraordinario en el mundo del ballet.
«Mis raíces cubanas siempre me dieron la fortaleza para continuar. En Cuba, el baile es parte de la vida diaria, y eso me permitió creer que ser bailarina profesional era posible, incluso en Estados Unidos», explica con orgullo.
Para Suzanne, su herencia cubana no es solo una parte de su identidad, es el motor que la ha llevado a triunfar. «Mis raíces, mi familia, mi cultura me han dado la fuerza para seguir adelante en un mundo competitivo. Estoy orgullosa de ser cubanoamericana y de cómo eso me ha permitido destacar en el ballet», expresa con orgullo.
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La bailarina cubanoamericana que triunfa en Chicago
El éxito de esa bailarina cubanoamericana, en Chicago, solo se puede entender por la influencia de su origen cubano.
«Mis padres, grandes fans del ballet en Cuba, me llevaron a ver mi primera función cuando tenía cinco años. Esa experiencia marcó mi vida para siempre. Su pasión por la danza y el apoyo constante, pero sin presiones, fueron cruciales para que yo siguiera este camino», dice Suzanne.
Esta visión cultural, donde el baile no es un lujo, sino una forma de vida, le permitió ver el ballet como una carrera viable.
A los 12 años, su formación bajo Robert Joffrey y su equipo la consolidó como una artista con un enfoque técnico y artístico único.
Después de un año y medio en el grupo de Joffrey II Dancers, Suzanne se unió a The Joffrey como Company Artist en 1991 y se mudó a Chicago con la compañía en 1995.
Durante su carrera de 19 años, Lopez interpretó papeles principales en ballets de coreógrafos legendarios como Robert Joffrey, Gerald Arpino, George Balanchine, Jerome Robbins, y muchos otros. Además, fue portada de la revista Pointe como el Hada de Azúcar en El Cascanueces de Robert Joffrey.
Su carrera floreció no solo por su talento, sino también por la riqueza cultural que siempre llevó consigo.
«El apoyo que recibí de mis padres fue clave. Nunca me preguntaban si iba a ser bailarina porque para ellos siempre fue una posibilidad natural. Mis raíces cubanas me hicieron ver el ballet como algo alcanzable», reflexionando sobre cómo su origen influyó en su trayectoria.
Sweet Sand Song
Una de las obras más significativas en la carrera de Suzanne es Sweet Sand Song, de Gerald Arpino.
«Sweet Sand Song es una pieza de conjunto con 20 bailarines, pero en realidad son 20 bailarines destacados. Bailan como un conjunto, pero cada uno tiene su momento especial. Creo que es realmente hermoso ver a toda la compañía bailando junta, pero al mismo tiempo se destacan los individuos. Vemos diferentes tipos de baile, algunos más acrobáticos y virtuosos, y otros con hermosos momentos de pareja. Pienso que ver todo eso junto en un solo ballet es lo que lo hace tan especial», comparte Suzanne.
Este ballet, que fue creado para el Joffrey Ballet, tiene un significado especial tanto para la compañía como para Suzanne, quien ayudó a Gerald Arpino en los ensayos de esta obra y otros ballets durante su carrera.
«Este es probablemente uno de mis ballets favoritos de Gerald Arpino. Utiliza un gran elenco, lo cual disfruto mucho, pero también resalta muchos aspectos de su coreografía. Aprender este ballet cuando estaba en la compañía es completamente diferente a montarlo ahora. Cuando estaba en la compañía, este ballet siempre estaba en el repertorio; nunca realmente desapareció», comparte la bailarina.
Para Suzanne, es una experiencia única revivir esta obra y transmitirla a una nueva generación de bailarines, especialmente antes del centenario de Gerald Arpino.
«Espero que, al interpretarlo, tengan el mismo sentimiento que yo tuve al bailarlo: que sientes que eres parte de algo muy especial. Sales al escenario y haces tu parte, pero en el segundo en que sales del escenario, te das la vuelta y ves a tus compañeros hacer lo mismo. Ese sentimiento de camaradería, de animarse mutuamente, ya lo siento en los ensayos», afirma.
De bailarina a mentora
Después de retirarse de los escenarios en 2010, esta bailarina cubanoamericana continuó su trabajo como profesora y entrenadora en la Joffrey Academy y otras escuelas en el área de Chicago.
En 2016, regresó al Joffrey como directora de ensayos, trabajando en un repertorio diverso que incluyó nuevas creaciones de coreógrafos como John Neumeier, Yuri Possokhov y Christopher Wheeldon.
Además, ha sido profesora invitada y repetidora en escuelas y compañías por todo el mundo.
Hoy, como directora de la Abbott Academy en el Joffrey, Suzanne incorpora todas sus experiencias como estudiante, bailarina, educadora y directora de ensayos en cada aspecto del plan de estudios de la academia.
«Con mi linaje único y perspectiva, busco establecer una base firme para las futuras generaciones de bailarines, todo mientras mantengo viva la visión de Robert Joffrey en cada faceta de la academia», comenta Suzanne.
Su objetivo ahora es asegurar que más niños y jóvenes, sin importar su origen, tengan la oportunidad de experimentar la magia del ballet, tal como lo hizo ella.
«Como me enseñaron mis padres, mi sueño es que el baile sea parte de las vidas de todos, que las artes sean parte de las vidas de todos, que las personas puedan empezar de pequeñas y que luego vean si desean continuar», concluye Suzanne.
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