Una cubana redescubre su historia familiar en Pola de Allande y es que viajar al pasado puede ser tan transformador como recorrer miles de kilómetros.
Este fue el caso de una cubana que decidió emprender un viaje emocional y cultural para reconectar con sus raíces.
En su búsqueda por comprender su herencia, esta cubana redescubre su historia familiar en Pola de Allande, un pequeño pueblo de Asturias que vio partir a su bisabuela hace más de un siglo.
Lo que comenzó como una simple curiosidad se transformó en una aventura llena de emociones, tradición y el sabor de los recuerdos.
Índice de contenido
Una fotografía y una curiosidad insaciable
Como ocurre en muchas familias cubanas, su conexión con el pasado comenzó con una vieja fotografía en blanco y negro. «Mi bisabuela paterna y yo no nos conocimos», relata.
En la imagen, María del Pilar, su bisabuela, aparece con la piel marcada por los años, el cabello encanecido y una sonrisa serena.
Esa imagen despertó preguntas que parecían no tener respuesta: ¿Cómo era la vida en Asturias antes de emigrar? ¿Qué dejó atrás para cruzar el Atlántico?
Al investigar más, esta cubana redescubre su historia familiar gracias a los relatos de su padre, quien compartió detalles sobre los orígenes de la familia.
María del Pilar emigró a Cuba con solo 17 años, escapando de la hambruna y buscando un futuro mejor.
Su bisabuela llegó a La Habana en un barco que partió de Galicia. Allí, conoció a José González Pol, un gallego con quien formó una familia.
Sin embargo, como ocurre en muchas historias de emigrantes, la vida no fue fácil: María del Pilar quedó sola con seis hijos cuando José se fue y nunca regresó.
Este rompecabezas familiar motivó a su bisnieta a recorrer el camino inverso para entender mejor la historia que dio forma a su identidad.
Emociones a flor de piel
El día elegido para visitar Pola de Allande fue el 25 de julio, Día de Santiago Apóstol. Rodeada de valles verdes y paisajes montañosos, el pequeño pueblo asturiano le dio la bienvenida.
«Quería salir corriendo, respirar el olor del musgo… memorizar las esquinas y que alguna señal inequívoca me indicara la casa de mi bisabuela», comenta.
Aunque no encontró familiares ni rastros directos de María del Pilar, este viaje fue un homenaje cargado de simbolismo.
Uno de los momentos más conmovedores ocurrió frente al monumento al emigrante, una escultura que honra a los asturianos que dejaron su tierra para buscar una vida mejor en América.
Detrás de la escultura ondeaba una bandera cubana, como un recordatorio de los lazos históricos entre ambas regiones.
En palabras de la viajera: «Un resquicio cromosómico de Pilar volvía a pisar su entrañable Pola en las suelas de mis zapatos».
Asturias y sus sabores
El viaje no solo fue una reconexión emocional, sino también una oportunidad para descubrir la gastronomía asturiana, rica en tradiciones y sabores únicos. Entre los platos más memorables estuvo el chuletón asturiano.
Otro descubrimiento fue la sidra, una bebida típica de Asturias que se escancia desde lo alto para liberar sus aromas. Aunque su sabor no fue de sus favoritos, quedó fascinada con el ritual.
La fabada asturiana, un plato a base de fabes (judías grandes), chorizo y tocino, también estuvo en el menú. Finalmente, el cachopo, un plato icónico compuesto por dos filetes de ternera rellenos de jamón serrano y queso asturiano.
Entre Asturias y Cuba
El viaje culminó en Ribadesella, un pueblo costero donde el mar Cantábrico se encuentra con las montañas. Allí, la viajera tuvo un momento de profunda conexión espiritual con su bisabuela.
«Dejé que el mar por donde mi bisabuela partió a encontrarse conmigo en La Habana me mojara los pies. Le pedí la bendición a Yemayá. Le agradecí por haberla llevado sana hasta la isla donde todo empezó».
Este viaje no fue solo un reencuentro con el pasado, sino también una forma de darle sentido a las historias familiares que permanecían incompletas.
Cada paso en Pola de Allande fue un tributo a esa joven asturiana que, con solo 17 años, se lanzó al mar en busca de un futuro mejor.
Conclusión
La experiencia de esta cubana redescubre su historia familiar como un puente entre generaciones. Las raíces familiares no solo conectan el pasado con el presente, sino que también ayudan a entender quiénes somos.
Como ella misma concluye: «La génesis de mi familia, como la de muchas, es un rompecabezas de puertos, navíos, soledad, miedos y esperanza. Si camino y escribo, yo siento que me le acerco».
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