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Curiosidades del malecón de La Habana que no conocías

El Malecón de La Habana es uno de los lugares más icónicos de Cuba. Su construcción comenzó en 1901, durante la intervención estadounidense, y se extendió hasta 1952.

Este paseo marítimo de ocho kilómetros se ha convertido en un símbolo de la ciudad y un punto de encuentro para cubanos y turistas.

Malecón de La Habana: la avenida marítima más célebre de Cuba

El proyecto del Malecón inicialmente fue encomendado al eminente ingeniero don Francisco de Albear.

La primera sección, que va desde el Castillo de la Punta hasta la calle Crespo, se completó en 1902. Posteriormente, se fueron agregando más tramos, extendiéndose hasta el Vedado y más allá.

Muchos visitantes locales y foráneos pensarán que el Malecón de La Habana siempre estuvo ahí, que siempre tuvo el mismo aspecto e, incluso, que la manera de nombrarlo ha sido la misma a través del tiempo.

Sin embargo, en la historia de este símbolo por excelencia de la capital cubana han sido mayores las variaciones que las cuestiones incólumes.

Orígenes del Malecón

El largo muro de concreto puro, desnudo, que se ha convertido en la avenida marítima más famosa de Cuba, tiene una historia que se remonta a 1819.

Por ese entonces se le conocía como Avenida del Golfo y solo era un espacio de formaciones rocosas que permitían el acceso al mar.

En esos tiempos, algunas familias se arriesgaban a bañarse en estas aguas. Esta área estaba asociada a la idea del ensanche de extramuros debido al vertiginoso crecimiento de la ciudad. Era una época en la que La Habana comenzaba a expandirse más allá de sus murallas originales.

Evolución a lo largo del tiempo

Para fines del siglo XIX, el litoral habanero seguía siendo inhóspito y le encomendaron el proyecto al ingeniero don Francisco de Albear.

Sin embargo, no es hasta inicios del siglo XX, durante el período de gobierno provisional norteamericano a cargo del general Leonard Wood, que se ejecutan las labores constructivas del primer trayecto: alrededor de unos 500 metros desde el Paseo del Prado hasta la calle Crespo.

Distintas etapas de mandatos en el gobierno de la República se sucedieron y todas estuvieron ligadas a la construcción del Malecón.

Cada una de estas prolongaciones llevaba implícitas variaciones en los proyectos, en los materiales empleados y en las estrategias trazadas.

Para 1909 se llegó hasta la calle Belascoaín. En 1916, hasta el torreón de San Lázaro. Entre 1921 y 1923, se extendió hasta la calle 23.

Durante la presidencia de Alfredo Zayas, la expansión requirió que el tramo desde la calle 23, pasando frente a la Batería de Santa Clara (Hotel Nacional) hasta la calle O, se separara unos 30 metros del litoral y se rellenara. Otras prolongaciones corrieron a cargo de Machado y su ministro de Obras Públicas.

En 1930, llegaba hasta la calle G o Avenida de los Presidentes. Finalmente, lo que se conoce como el último trayecto de la extensión del muro, ocurrió entre 1952 y 1955, bajo el mandato de Batista.

En consecuencia, el Malecón alcanzaba ocho kilómetros, desde el Castillo de la Punta hasta la desembocadura del río Almendares, donde se unen los túneles de Calzada, la Quinta Avenida y el torreón de La Chorrera.

Curiosidades del Malecón de La Habana que no conocías

El Malecón de La Habana no solo es famoso por su historia, sino también por las numerosas curiosidades que lo rodean.

1. Un punto de encuentro cultural

El Malecón es un punto de encuentro para artistas, músicos y escritores. En sus muros se han compuesto canciones, se han escrito poemas y se han pintado obras de arte. Es un lugar donde la creatividad fluye libremente, inspirando a quienes lo visitan.

A lo largo del Malecón, es común ver a artistas callejeros mostrando su talento, desde músicos tocando instrumentos tradicionales cubanos hasta pintores capturando la belleza del paisaje. Este ambiente artístico crea una atmósfera vibrante y única.

Malecón de La Habana

2. La «sofocante» ola del 99

En 1999, el Malecón fue testigo de una de las olas más grandes jamás registradas en La Habana. Esta ola, conocida como «la ola del 99», causó inundaciones significativas en la zona y dejó una marca en la memoria de los habaneros. Este evento es un recordatorio de la fuerza y belleza indomable del mar.

Las imágenes de esa ola y sus efectos se convirtieron en un testimonio del poder natural que caracteriza al Malecón. A pesar de los daños, la comunidad se unió para restaurar y proteger este emblemático lugar.

Curiosidades del Malecón de La Habana que no conocías

3. La renovación del siglo XXI

En los últimos años, el Malecón ha sido objeto de diversos proyectos de renovación y conservación. Estos esfuerzos buscan preservar su estructura y belleza, asegurando que continúe siendo un símbolo de La Habana para las futuras generaciones.

Las renovaciones incluyen la restauración de edificios históricos cercanos, la mejora del pavimento y la instalación de nuevas luces, que realzan la belleza del Malecón durante la noche. Estos proyectos no solo preservan la historia, sino que también modernizan el área para el disfrute de todos.

Malecón de La Habana

El Malecón en la vida cotidiana

Para los habaneros, el Malecón es más que un simple paseo marítimo. Es un lugar donde se celebran reuniones familiares, se disfrutan atardeceres románticos y se viven momentos de introspección. Para muchos, es un refugio del bullicio de la ciudad y un espacio para conectar con la naturaleza.

Un lugar para todos

El Malecón atrae a personas de todas las edades. Durante el día, es común ver a niños jugando, jóvenes pescando y ancianos conversando mientras disfrutan del paisaje. Por la noche, se transforma en un animado punto de encuentro, con música, risas y la brisa del mar como telón de fondo.

Este espacio inclusivo refleja la diversidad y la vitalidad de La Habana. No importa la hora del día, siempre hay actividad y vida en el Malecón, lo que lo convierte en un verdadero reflejo del espíritu cubano.

Un faro para la diáspora cubana

Para la diáspora cubana, el Malecón es un símbolo de su tierra natal. Muchos cubanos que viven en el extranjero recuerdan con cariño los momentos pasados en este lugar y sueñan con regresar para revivir esos recuerdos. Es un vínculo emocional que une a los cubanos de todo el mundo.

La vista del Malecón desde un edificio cercano ofrece una perspectiva impresionante, que muchos cubanos en el extranjero guardan en su memoria. Este lugar sigue siendo un puente emocional que conecta a la diáspora con sus raíces, manteniendo vivo el sentimiento de pertenencia.

 

Conclusión

El Malecón de La Habana es mucho más que un simple paseo marítimo. Es un lugar lleno de historia, cultura y vida. Además, el Malecón continúa siendo un punto de referencia para los habaneros y un símbolo de la identidad cubana. Su encanto perdura en el tiempo, atrayendo a todos aquellos que buscan un rincón especial en La Habana.

Además de su ubicación privilegiada frente al mar, las edificaciones cercanas, antiguas y modernas, le otorgan un valor agregado. Hoteles, edificios, monumentos, parques y el paisaje del otro lado de la bahía lo dotan de un encanto singular, haciendo del Malecón un lugar imperdible para quienes visitan La Habana.

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