La calle Empedrado fue la primera calle de piedra de La Habana; y hasta ahí podría haber llegado su trascendencia histórica de no ser porque una pequeña bodega, emplazada justo en el medio de esta vía, se convirtiera en un restaurante epicentro de esencia cubana. Hablamos, por supuesto, de la famosísima La Bodeguita del Medio.
La Bodeguita del Medio lleva hasta la médula las tradiciones y costumbres de Cuba. Comida criolla, el típico mojito, música cubana de fondo y un sello identitario impregnado en sus paredes son el secreto por el que se ha convertido en uno de los lugares más turísticos de La Habana.
Índice de contenido
Historia de La Bodeguita del Medio
La historia de La Bodeguita del Medio comienza en 1942 cuando el señor Ángel Martínez compra la bodega La Complaciente ubicada en la calle Empedrado 207 entre Cuba y San Ignacio, a escasos adoquines de la Plaza de la Catedral, en el corazón de la Habana Vieja. Por aquel entonces la pequeña tienda de víveres toma el nombre de su dueño y pasa a llamarse Casa Martínez.
Cuatro años después se ubica en un local aledaño la imprenta del editor Félix Ayón. Entonces, La Bodeguita, como era conocida, se convierte en el núcleo de reuniones de intelectuales y clientes que frecuentaban la imprenta. Hasta ese entonces nadie sospecharía que este sitio sería uno de los más icónicos de Cuba años más tarde.
Gracias a la sazón de la esposa de Ángel, que preparaba algunos platos de comida típicamente cubanos, al exquisito mojito y al ambiente bohemio del lugar, amenizado con música tradicional cubana, La Bodeguita del Medio se fue convirtiendo en una fonda, con lo cual comenzó a alcanzar mayor popularidad y se convirtió en refugio de intelectuales habaneros. Asiduos visitantes del lugar fueron Nicolás Guillén, Mario Kuchilán, Leandro García, el propio Félix Ayón, entre otros.
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Gran parte del reconocimiento que tuvo La Bodeguita en su momento se debe a las referencias que de ella se hacía en la prensa escrita, por ejemplo, las del periodista, dibujante y caricaturista cubano Mario Kuchilán en el diario Prensa Libre o las de Leandro García en la columna «Buenas Tardes» del periódico El País. Incluso, Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional, le dedicó el siguiente soneto:
La bodeguita es ya la bodegona,
que en triunfo al aire su estandarte agita,
mas sea bodegona o bodeguita
La Habana de ella con razón blasona.
Hártase bien allí quien bien abona
plata, guano, parné, pastora, guita,
mas si no tiene un kilo y de hambre grita
no faltará cuidado a su persona.
La copa en alto, mientras Puebla entona
su canción, y Martínez precipita
marejadas de añejo, de otra zona
brindo porque la historia se repita,
y porque lo que es ya la bodegona
nunca deje de ser La Bodeguita.
En 1949 la cocinera Silvia Torres, mejor conocida como «la china», empieza a trabajar en el establecimiento. La rica sazón criolla de «la china» propició que el ya concurrido local fuera adquiriendo cada vez más visitantes. Se estaba consolidando un negocio de mucho éxito. Ante la popularidad que había alcanzado el lugar, Martínez decide inaugurarlo oficialmente como restaurante el 26 de abril de 1950, pero ya bautizado como su nombre actual: La Bodeguita del Medio.
En los años 60 Ángel Martínez donó La Bodeguita al Gobierno cubano, y un tiempo después fue cerrada. Los promotores de su «resurgimiento» fueron Nicolás Guillén y Salvador Allende. Antes de abrir sus puertas nuevamente fue sometida a una reparación capital, sus paredes fueron pintadas y, en consecuencia, se perdieron las firmas originales. Sin embargo, se pudo reconstruir el ambiente original y dibujar las firmas perdidas gracias a algunas fotos recuperadas y a otras que fueron donadas.
Lo curioso de su nombre
¿Te has detenido a pensar el porqué del nombre de La Bodeguita del Medio? Resulta que en Cuba, o al menos en La Habana, era costumbre ubicar las bodegas —y también los restaurantes o bares— en las esquinas de las calles, pues así era más fácil encontrarlas. Si lo piensas, actualmente casi todas las bodegas hacen esquina, ¿o no?
Pues bien, La Bodeguita del Medio se ubica a mitad de cuadra de la calle Empedrado. Esta atípica posición servía como referencia para localizar el popular sitio. Imagino que por aquella época si le preguntabas a algún habanero de la zona dónde está la bodeguita, te hubiera respondido: «en el medio de la calle Empedrado». Tan afianzado estaba este nombre entre los habaneros que Martínez decidió ponerlo oficialmente cuando en 1950 La Bodeguita pasó a convertirse en un restaurante.
Sus paredes: testigos históricos
Sin duda, el sello distintivo de La Bodeguita del Medio son sus paredes. Adornadas con fotos descoloridas, recortes de periódicos, banderitas, afiches, pinturas y, claro está, atestada de firmas, se convierten en un testigo de patrimonio histórico-artístico.
En sus paredes cuelgan fotos de Guillén, Alejo Carpentier, Víctor Manuel, Alicia Alonso, Dámaso Pérez Prado, Wifredo Lam, Sindo Garay, Mariano Rodríguez, Bola de Nieve, Benny Moré, Carlos Puebla y Ñico Saquito.
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La tradición de firmar las paredes del local fue iniciada por el periodista de la época Leandro García. Se dice que un día al periodista se le ocurrió escribir su nombre en una de las paredes del establecimiento, gesto que fue imitado por otras personalidades que más tarde visitaron el lugar.
Con el pasar de los años las paredes de La Bodeguita se fueron llenando de las firmas de reconocidas figuras, tanto políticos como artistas. Marcas de visitantes memorables como Pablo Neruda, Mario Benedetti, Brigitte Bardot, Agustín Lara, Gabriela Mistral, Nat King Cole, Errol Flynn, María Félix, Jorge Negrete, Cantinflas, Gabriel García Márquez y, por supuesto, Ernest Hemingway figuraban en sus paredes. Fue, precisamente, Hemingway quien impulsó la fama mundial de La Bodeguita y la inmortaliz con su famosa frase: «Mi daiquirí en El Floridita y mi mojito en La Bodeguita».
Pero no todo fue color de rosas para La Bodeguita a lo largo de su historia. También ha tenido momentos tristes y hasta muy polémicos.
La polémica restauración del 2021
En el año 2021 se llevó a cabo una restauración capital en La Bodeguita del Medio que hizo trizas lo que para muchos constituye el valor patrimonial del local: sus paredes habían sido pintadas, las firmas ya no estaban más. Un azul intenso había borrado de un tirón la tradición de años y las huellas de miles y miles de visitantes.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Por eso cuando en un post en Facebook se mostraron fotos del antes y el después de la restauración, en donde se había quitado las firmas que cubrían las paredes de La Bodeguita, las redes estallaron y las reacciones, que van desde tristeza hasta indignación, no se hicieron esperar.
Muchos usuarios reprocharon que con aquella reparación se había suprimido la esencia del restaurante, su sello, lo que lo hacía único. Otros internautas cuestionaron si se había consultado a instituciones pertinentes, como la Oficina del Historiador, para realizar la renovación, porque para muchos es incomprensible aquel acto.
En una entrevista con 14ymedio, José Miguel Pumarada Fernández, director del local, sostuvo que «las firmas no son patrimonio» y señaló la necesidad de la restauración debido al notorio deterioro de las instalaciones. Pumarada, apuntó que el lugar ya había sido objeto de tres intervenciones anteriores y que, de igual forma, se tuvo en cuenta respetar lo que se considera bien patrimonial del lugar, por ejemplo, las fotos, el libro de firmas, la arquitectura, la madera, etc.
Más allá de La Bodeguita de La Habana
La Bodeguita del Medio es una marca registrada por el Ministerio de Turismo de Cuba. En la isla tiene locales homónimos en Varadero, Trinidad, Santa Clara y Santiago de Cuba. Además, cuenta al menos con once franquicias alrededor del mundo en países como México, Argentina, Macedonia, Ucrania, República Checa, entre otros, que ha permitido llevar parte de nuestra cultura a otras latitudes del orbe.
Palabras finales
Para nadie es un secreto que La Bodeguita ha ido perdiendo protagonismo entre los nacionales. Ese rincón «deliciosamente incómodo», como dijera Guillén, con su ambiente puramente cubano, aderezado por el viejo y pulido mostrador de caoba y sus taburetes rústicos, atrae, en su gran mayoría, a los turistas.
Tampoco se puede decir que en este establecimiento se preparan los mejores mojitos de la isla, por mucho que sea conocida como la «cuna del mojito». No obstante, ir al lugar y no pedir este cóctel típico cubano constituye casi un sacrilegio.
Aun así, La Bodeguita del Medio no deja de ser un sitio emblemático de la capital cubana. Un sitio que desborda historia, al que se debe visitar aunque sea una vez en la vida para dejar nuestra huella estampada en sus paredes. Sí, porque a pesar de que sus paredes han sido restauradas, la tradición de pintarlas seguirá por siempre.
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