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Estados Unidos retira a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo

El anuncio reciente de la administración de Joe Biden de retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo ha generado una ola de reacciones encontradas. 

Este acto, formalizado a través de la Certificación de Rescisión, plantea importantes interrogantes sobre las implicaciones de esta medida, tanto a nivel interno como internacional.  

En el corazón de esta decisión, que según el comunicado de la Casa Blanca se basa en el compromiso de Cuba de no apoyar actos de terrorismo, se encuentra una serie de negociaciones cuyo eje principal parece ser la liberación de presos políticos, en un proceso mediado por el Vaticano. 

Cuba como patrocinador del terrorismo 

Desde que Cuba fue incluida en la lista en 2004, bajo la administración de George W. Bush, el régimen de La Habana ha sido acusado de ofrecer apoyo a grupos insurgentes y movimientos considerados terroristas, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).  

A lo largo de los años, la permanencia de la Isla en esta lista se convirtió en un obstáculo significativo para cualquier avance en las relaciones bilaterales con Estados Unidos, que, sin embargo, vivieron un breve respiro con la administración de Barack Obama, cuando Cuba fue retirada temporalmente en 2015.  

Este acercamiento, que culminó con la restauración de relaciones diplomáticas, fue revertido por la administración de Donald Trump en 2020, con el argumento de que el régimen cubano continuaba favoreciendo a grupos insurgentes. 

¿Por qué Biden retiró a Cuba de la lista de países terroristas? 

En ese contexto, la decisión de Biden de retirar a Cuba de la lista llega en un momento clave, a menos de una semana de la finalización de su mandato. El secretario de Estado Antony Blinken había expresado con firmeza su rechazo a cualquier cambio en la política hacia Cuba en las últimas semanas, lo que generó aún más sorpresa ante el giro de última hora.  

Sin embargo, la administración Biden parece haber optado por un enfoque pragmático que involucra tanto la diplomacia internacional como la política interna. 

Implicaciones inmediatas 

La medida tiene implicaciones inmediatas. En primer lugar, la salida de Cuba de la lista permitiría a la Isla acceder nuevamente a mercados financieros globales, desbloqueando transacciones comerciales y posibilitando la obtención de préstamos internacionales que estaban vedados hasta ahora.  

Además, representa un cambio importante en la imagen que proyecta Cuba ante la comunidad internacional, al pasar de ser una nación etiquetada como patrocinadora del terrorismo a una cuyo régimen se compromete a no apoyar más ese tipo de actividades. No obstante, este gesto no está exento de controversia. 

Si bien la medida podría ser vista como un paso hacia la normalización de relaciones, en especial en el contexto de una negociación que implicaría la liberación de presos políticos, también genera críticas.  

Sectores de la oposición dentro de Estados Unidos, especialmente en la comunidad cubanoamericana de Florida, rechazan la decisión, considerándola una concesión excesiva al gobierno de La Habana, sin que se hayan observado cambios significativos en el respeto a los derechos humanos en la Mayor de las Antillas. 

De hecho, la liberación de los más de mil presos políticos que permanecen encarcelados bajo el régimen cubano, por sus posturas disidentes, parece ser una de las condiciones que el gobierno de Biden habría impuesto como parte de los acuerdos. 

Sin embargo, la persistente represión y la falta de libertades fundamentales en Cuba siguen siendo puntos de fricción, lo que deja en el aire si esta medida realmente traerá consigo un cambio en la política interna cubana o si, como alegan algunos críticos, se trata simplemente de un gesto simbólico. 

¿Qué pasará con Donal Trump? 

El futuro de esta decisión podría estar en juego con la llegada de la administración de Donald Trump, quien podría revertir esta política, como lo hizo en 2020. En ese caso, la eliminación de las sanciones y las restricciones económicas podría quedar nuevamente en la cuerda floja. 

En definitiva, la retirada de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo puede verse como un paso diplomático significativo, pero su valor real dependerá de los resultados tangibles que esta decisión produzca en términos de derechos humanos, apertura política y relaciones bilaterales a largo plazo. 

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